ENSAYO

El valor de la naturaleza en la cosmovisión andina para la educación ambiental

The value of nature in the Andean worldview for environmental education

Aguilar López Lucero Geraldine 1,a, Gutiérrez-Huamaní Oscar 1,b

1 Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, Ayacucho, Perú.

a Licenciada en Biología.

b Doctor en Ciencias de la Motricidad.
 


Recibido: 03-06-24
Aceptado: 04-08-24
Publicado en línea: 11-08-24 

RESUMEN

La crisis de conocimiento relacionada a la visión occidental antropocentrista y destructiva ha ido desencadenando una crisis ambiental. Ante ello, la cosmovisión andina viene siendo revalorada por su manera de entender el mundo, que concibe a la Naturaleza como un ente vivo y sagrado, lo que permite mantener una relación estrecha, sensible y de mucho respeto entre los seres humanos y la “Madre Tierra”. Esa visión se refleja en las prácticas cotidianas de las comunidades andinas, en las que espontáneamente se generan invaluables espacios de aprendizaje; los mismos que deberían trascender y ser incorporados en el ámbito escolar y los entornos comunitarios. Es así que los valores de la cosmovisión de los Andes pueden tener un profundo impacto en la educación ambiental contemporánea; por ello, el presente ensayo destaca la concepción de la naturaleza en el mundo andino y cómo este enfoque contribuye a la educación ambiental en nuestro contexto actual.

Palabras clave: cosmovisión andina; educación ambiental; naturaleza; creación; medio ambiente; pacha.

 

ABSTRACT

The knowledge crisis associated with the anthropocentric and destructive Western worldview has led to an environmental crisis. In response, the Andean worldview is being reevaluated for its way of understanding the world, which regards Nature as a living and sacred entity. This perspective fosters a close, sensitive, and respectful relationship between humans and "Mother Earth." This vision is reflected in the daily practices of Andean communities, where invaluable learning spaces spontaneously emerge; these should transcend their origins and be incorporated into schools and community settings. Thus, the values of the Andean worldview can have a profound impact on contemporary environmental education. This essay highlights the concept of nature in the Andean world and how this approach contributes to environmental education in our current context.

Keywords: Andean worldview; environmental education; nature; creation; environment; pacha.

 

Citar como: Aguilar López, L. G., y Gutiérrez-Huamaní, O. (2024). El valor de la naturaleza en la cosmovisión andina para la educación ambiental. Desafíos, 15(2). https://doi.org/10.37711/desafios.2024.15.2.430

 


INTRODUCCIÓN

En la actualidad existen diversos problemas ambientales, como la pérdida de biodiversidad, la crisis climática y la contaminación ambiental. Pese a ello, olvidamos que dependemos de la naturaleza para poder vivir y solo lo recordamos temporalmente, cuando sentimos la fuerte e ineludible respuesta de la naturaleza ante la brutalidad a la que es sometida (Roncal, 2013). En ese sentido, existe una cosmovisión hegemónica que considera a la naturaleza como un “recurso”, sin dimensionar su verdadero valor.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2021), es importante hacer un análisis sobre la relación ser humano-naturaleza y cómo, a través de ella, haciendo énfasis en la innovación de actividades que estén alineadas con la protección de las personas y la naturaleza, se pueden abordar los desafíos antes mencionados; sin embargo, la percepción de ella como “aliada”, evidencia que la visión occidental sigue predominando. En tal sentido, resulta esencial un cambio epistemológico, ideológico y cultural, que respalde políticas que garanticen una vida digna en el planeta (Sousa Santos, 2020); así como revalorar aquellos conocimientos ancestrales que fueron apartados de la sociedad moderna, marginados, muchas veces silenciados y sustituidos por la ciencia y la tecnología (Chávez Fonseca y Ortiz Miranda, 2022).

A lo largo de los años, esta ciencia y el conocimiento han ido concediendo al hombre un aparente poder de superioridad y dominio sobre la naturaleza, para un uso meramente utilitarista, sin algún sentimiento de gratitud, desnaturalizando el ambiente e incluso yendo contra su propia especie (Beling et al., 2014; Leff, 2004). Este paradigma occidental ha llevado a la comunidad humana a exceder la capacidad de regeneración de los ecosistemas de los que depende nuestra existencia como especie. Sin embargo, este escenario crítico puede ser frenado, en tanto se visualice desde una perspectiva diferente la relación entre el hombre y su entorno natural, y se luche contra el mundo capitalista que por siglos ha destruido la “Madre Tierra” y sus sociedades (Ramírez-Ramírez et al., 2023; Roncal, 2013). Para conseguir ello, una de las sendas está en el sistema educativo, que es parte importante de la sociedad y puede ser el espacio para construir la interculturalidad y poner en práctica el buen vivir de la cosmovisión andina (Illicachi, 2014).

Seguir avanzando con el paradigma occidental sin infringir los límites naturales puede parecer utópico; por ello es crucial retomar los saberes ancestrales que fomentan el desarrollo sostenible. Con este ensayo se pretende explorar sobre el valor de la naturaleza en la cosmovisión de los pueblos andinos y cómo esta perspectiva puede ser base para enriquecer la educación ambiental en busca de un desarrollo sostenible real. El ensayo se basa en la revisión bibliográfica de las ideologías principales vinculadas a la concepción de la naturaleza desde la cosmovisión andina y a la incorporación de esta racionalidad ambiental de nuestros ancestros en la educación ambiental del contexto actual, pues a través de ella se puede retomar la conectividad con la naturaleza, la misma que es esencial para afrontar los problemas ambientales y sociales (García Vázquez et al., 2016).

 

DESARROLLO O CUERPO

Cosmovisión eurocéntrica

El modelo extractivista, basado en la sobreexplotación de la naturaleza, que ha dominado las políticas económicas en gran parte del mundo, tiene un enfoque insostenible y perjudicial para el ambiente y las comunidades humanas (Beling et al., 2014; Lagunas-Vázques, 2023). Las inquietudes y reflexiones con respecto a este desequilibrio entre la naturaleza y el ser humano tomaron importancia a mediados del siglo XX (Beling et al., 2014); sin embargo, el trasfondo de esta relación fragmentada está en la conservación de una racionalidad moderna occidental que se origina por la disrupción de la historia natural del ser humano como animal, por la historia de la humanidad, la cual está asociada a la negación de la otredad (Leff, 2004).

De este modo, las críticas epistemológicas sobre el paradigma dominante posibilitan la contemplación y exploración de saberes marginados por la cosmovisión eurocéntrica imperante (Beling et al., 2014). Estas perspectivas, que no chocan con los límites de los sistemas naturales, pueden conducir a nuevas racionalidades ambientales que expresen la simbiosis existente entre la naturaleza y la especie humana, es decir, que permitan conservar los componentes que hacen posible mantener la armonía para todos; en otros términos, una racionalidad que integre la sustentabilidad como principio ético y político (Beling et al., 2014; Leff, 2004); pues de no cambiar ese pensamiento antropocéntrico hegemónico continuarán surgiendo nuevas propuestas de aparente cambio para conseguir el desarrollo sostenible, pero solo serán disfraces que profundizarán las causas estructurales de la crisis ambiental global (Roncal, 2013).

Cosmovisión andina de la naturaleza

La constante interacción con la naturaleza permite tener diversas cosmovisiones; es así que existen diferentes formas de entender el mundo o el cosmos, que incluye la manera de percibir y comprender la naturaleza, a uno mismo y al otro (Achig, 2019; Illicachi, 2014). Del mismo modo, la forma de sentir y vivir, entre humanos, con naturaleza y con las fuerzas sobrenaturales (Durán, 2010; Valladolid, 2019). Además, la cosmovisión de las comunidades indígenas tiene como uno de sus pilares fundamentales a la dimensión ambiental (Roncal, 2013); por ello, resulta crucial recuperar los saberes de los Andes y ese mutuo relacionamiento con la naturaleza.

Para el hombre andino, la pacha o mundo andino comprende todo lo que existe en él: “los cerros, las lagunas, los ríos, los montes, las praderas naturales, las chacras, incluso el sol, la luna, las estrellas, los animales, las plantas, las ánimas y los humanos” (Valladolid, 2017, p. 30). Pero, más que una suma de partes, estas conforman una comunidad que coexiste armónicamente porque aquellas mantienen la misma esencia; de ahí que solo se puede gozar de un bienestar común (Durán, 2010; Valladolid, 2019). La pacha comprende el espacio y tiempo en el que todos los procesos ocurren también se puede decir: cíclicamente “muyuq” (que da vuelta); sin embargo, no son ciclos idénticos y seculares, ya que cada retorno o florecimiento es distinto al anterior, pues el contexto no es el mismo; se acerca más a los procesos naturales y a una comprensión holística del universo, en el que la vida y la muerte son parte de un ciclo continuo. Todo ello en contraposición al pensamiento moderno occidental, en el que se concibe el tiempo en un sentido lineal, con un inicio y un fin, sin retorno en el sentido contrario (Valladolid, 2019).

La naturaleza, al igual que las deidades, conforman el ayllu o familia, al igual que los humanos, ya que todos son equivalentes e importantes. De este modo, concibiendo que todo en el mundo está vivo, hay un sentimiento de afecto filial que se expresa, por ejemplo, en el cariño de la pachamama (Madre Tierra) como la madre, quien cuida, acompaña y cría al hijo; semejante al que existe por la mama quilla (madre - luna), yacu mama (madre - agua), taita inti (padre - sol). Esta ternura se refleja en el vínculo de crianza con los animales, plantas, agua, suelo y paisajes en su conjunto (Valladolid, 2017; 2019). Esta relación emocional también se vislumbra en el ayni, una forma de trabajo colectivo en el que, además de la voluntad del hombre, es imprescindible la presencia de la naturaleza y las deidades para que la crianza de la pacha se realizarse en armonía, con cariño y respeto; en consecuencia, es el manifiesto de reverencia a la madre naturaleza mediante rituales realizados con anterioridad a la labor de crianza comunitaria (Valladolid, 2019).

En la cosmología andina, la armonía, el bienestar orgánico y espiritual que se siente al conversar y compartir con otros, y todo se recogen bajo el concepto de sumak kawsay (buen vivir); en palabras de Valladolid (2019), “es vivir bonito, vivir a gusto en comunidad, esdecir, con los miembros de la naturaleza” (p. 16).Este es un proceso dinámico y relacional, que se construye y renueva constantemente en reciprocidad y solidaridad entre todas las formas que viven en unidad (Durán, 2010; Lagunas-Vázques, 2023). Esta armonía y equilibrio del cosmos se encuentran inmersas en el interior; no obstante, dicha espiritualidad es visibilizada en el entorno natural (Achig, 2019), pues se tiene un pensamiento de reciprocidad, concordancia y complementariedad, con una relación de respeto entre el ser humano y la naturaleza (Astorima y Gutiérrez, 2024). Es así que tanto el ayni como la ciclicidad se contemplan en uno de los principios del “buen vivir”: la reciprocidad, debido a que toda acción tiene su acción recíproca (dar y recibir); y ello no ocurre en línea recta en el tiempo, sino ocurre en ciclos (Achig, 2019).

El contraste entre las dos maneras de concebir el mundo es claramente evidente. La cosmovisión andina contempla el bienestar comunitario y la abundancia vinculada a la conexión armónica con la naturaleza; mientras que la cultura del mundo occidental moderno se enfoca en el bienestar individual y se percibe la abundancia por la carencia o acumulación de riqueza material (Durán, 2010). Por otro lado, el ideal regulativo filosófico-teológico sumak kawsay, cuya perspectiva es más holística, puede contribuir de manera importante en la reconstrucción de una racionalidad ambiental que siente las bases y oriente de manera articulada la transición real a una sociedad sostenible (Beling et al., 2014; Durán, 2010), dándole la debida importancia a una ética que promueva el valor intrínseco de toda forma de vida para la interconexión de todos los seres y promueva la justicia socioambiental, así como prácticas de respetan y cuidan la “Madre Tierra” (Lagunas-Vázques, 2023).

Por otra parte, la racionalidad económica hegemónica ve a la naturaleza como mercancía, como proveedora, subordinada a las necesidades del ser humano; mientras que la filosofía andina la concibe como sujeto de derechos (Roncal, 2013). Por tanto, esta cosmovisión centrada en la acumulación de la riqueza ve a la naturaleza como “recurso”. En tal sentido, es importante que la mirada de la cosmovisión andina sea incorporada en el marco normativo y oriente el desarrollo de actividades menos agresivas con el ambiente, pues defender los derechos de la naturaleza es defender la vida, lo cual es crucial para la propia existencia humana (Roncal, 2013; Sousa, 2020).

La primera nación en la región andina en reconocer los derechos de la naturaleza es Ecuador, en cuya Constitución se señala que la pachamama, donde se desarrolla la vida en sus diversas formas, tiene derecho a que se respete su existencia y a que se mantengan y regeneren sus ciclos. Del mismo modo, Bolivia lo hace en su Ley de la Madre Tierra (Roncal, 2013). Estos esfuerzos representan el inicio de un cambio de paradigma en el mundo, que concibe a la naturaleza como fuente inagotable de recursos; sin embargo, es determinante un diálogo constructivo con la modernidad para un mayor impacto (Beling, 2019).

Así mismo, a través de la pedagogía se puede colonizar o descolonizar; en nuestro contexto, borrar la cosmovisión indígena o, por el contrario, revitalizarla (Illicachi, 2014). Es por ello que, la educación debe ir más allá del marco eurocéntrico y reconocer la diversidad de conocimientos, como la adquisición de conocimientos en las denominadas “Epistemologías del Sur”, que valoran aquellas experiencias de pueblos que han sido oprimidos (Sousa, 2020). A su vez, el campo ambiental no está desvinculado del pedagógico, ya que ambos buscan mejorar el vínculo y la relación con el ambiente, y no sería posible la educación si no se aseguran los recursos para las generaciones futuras (Durán, 2010). Orientar educación ambiental desde una cosmopedagogía es asumir una pedagogía cosmocéntrica y no antropocéntrica.

Si cada población actúa, vive en relación con la naturaleza y con los humanos, dependiendo de la cosmovisión (Valladolid, 2017), y ello se refleja en nuestros hábitos y actitudes, cualquier estrategia encaminada a mejorar nuestro ambiente necesita incorporar un cambio de raíces, en cuanto a valores y prácticas que redirijan nuestro actuar (Durán, 2010). De esta manera, es determinante construir una racionalidad ambiental que integre los saberes ambientales tradicionales, los valores éticos y las prácticas sociales de los pueblos indígenas, los cuales han sido transmitidos de generación en generación, pues han desarrollado formas de vida sostenibles (Leff, 2004).

En la Conferencia Internacional de Estocolmo (1972) se destacó la necesidad del abordaje de la educación ambiental y su integración transversal en el ámbito educativo (Zabala y García, 2008). Y aunque en un inicio tuvo enfoque informativo sobre la problemática ambiental como una forma de sensibilizar, posteriormente adquirió una visión más holística, al incorporar el eje social y económico, además de destacar el enfoque interdisciplinario, así como la participación comunitaria activa. En la actualidad, el énfasis está en promover una cultura de sostenibilidad mediante la adquisición de habilidades, valores y actitudes que permitan a los individuos actuar responsablemente frente a los desafíos ambientales, por lo que viene a ser una herramienta crucial para formar ciudadanos responsables y comprometidos con el medio ambiente (Orgaz Agüera, 2018).

En consecuencia, la educación ambiental debe ser completa, inclusiva y enfocada en la transformación social, así como valorar la diversidad de conocimientos y experiencias para construir un futuro sostenible (Sousa Santos, 2020); por lo tanto, se debe abordar seriamente en el ámbito educativo desde edades tempranas, ya que dicha conciencia ambiental se verá reflejada en estilos de vida que coadyuven con la conservación ambiental (Ramírez-Ramírez et al., 2023).

Es necesario generar momentos de conexión con la naturaleza que permitan generar un vínculo afectivo, pues solo una estrecha y constante relación propiciará una intención orgánica y genuina para cuidar la naturaleza (García Vásquez et al., 2016; Leguía, 2021).

Integración de la cosmovisión andina en la educación ambiental

La importancia de los saberes locales, tanto para el desarrollo humano como para la conservación ambiental, es reconocida desde el Informe de la Comisión Brundtland en los años 80 (Mathez-Stiefel et al., 2013), con el fin de orientar el desarrollo económico de manera sustentable o ambientalmente sostenible, pensando en las futuras generaciones.

La cultura andina prioriza el hacer ante el abstraer o conceptualizar, y da lugar a un proceso de enseñanza aprendizaje en comunidad, donde observar es esencial, pero sobre todo hacer, sentir y participar en el cuidado de la naturaleza (Valladolid, 2017; 2019). En ese sentido, la cosmovisión andina ofrece un marco valioso para la educación ambiental, al promover principios de respeto y coexistencia con la naturaleza, pues la coevolución forjada por las sociedades de los Andes ha permitido la adaptación de los humanos al medio natural, a través de cosmovisiones, sentimientos y valores éticos que, en conjunto, constituyen el proceso de la sostenibilidad (Durán, 2010).

La respuesta a los problemas ambientales y sociales bien pudiera encontrarse en la generación de conectividad y sentido de unidad con el entorno (García Vázquez et al., 2016), pues para una adecuada educación ambiental es importante que el hombre conviva, se integre, vivencie y aprecie la naturaleza, para así valorarla.

La pachamama tiene una importancia fundamental en la educación ambiental, especialmente dentro de la cosmovisión andina, pues no representa solo al recurso suelo, sino que está en un estatus sagrado, promoviendo una relación de respeto y reciprocidad entre los seres humanos y la naturaleza (Leguía, 2021). Este enfoque puede enriquecer los programas educativos actuales, fomentando una mayor conciencia sobre la interdependencia entre la humanidad y la naturaleza, que encamine la sostenibilidad.

Un caso relevante y exitoso, que integra a la pachamama y la idea del buen vivir o sumak kawsay, es TiNi “Tierra de niñas, niños y jóvenes”; una metodología reconocida por los Estados de Ecuador, Perú u otros países latinoamericanos, así como de otros continentes, cuya filosofía recuerda a la cosmovisión de las comunidades andinas, en las que la naturaleza y los humanos están interconectados (Beling et al., 2014; Ramírez-Ramírez et al., 2023). Este comprende un aprendizaje vivencial, colaborativo y significativo, pues revalora la empatía a través del contacto directo con la naturaleza y el proceso de crianza de vida, donde se genera un vínculo emocional y armónico entre los niños y la madre tierra, el mismo que genera un bienestar personal, con otros y con la naturaleza. Además de los valores y la concepción de la diversidad e interculturalidad, fortalece los conocimientos y habilidades para hacer frente a la crisis ambiental (Leguía, 2021).

Lo anterior demuestra que educar a las nuevas generaciones sobre la importancia de la pachamama y la necesidad de un diálogo constante con el medio ambiente, como en la cosmovisión andina, puede fomentar un profundo sentido de responsabilidad hacia la Tierra y la adopción de prácticas sostenibles. Sin embargo, es fundamental entender que el camino del sumak kawsay y la sostenibilidad deben surgir de la convicción personal de cada individuo, debido a que, como señala Durán (2010), la transformación se origina en el interior, con el sentido de mirar sin egoísmo a nuestros semejantes y con respeto a todas las formas de vida (Durán, 2010).

Revalorar la cosmovisión andina resulta, eso sí, un gran desafío, especialmente si en la educación escolar y universitaria se aprendió que solo la ciencia y la tecnología occidental y moderna son válidas, y que todo conocimiento ajeno a ellas es subestimado y parte del retraso de la modernización en un mundo globalizado (Valladolid, 2017); es decir, cuando el sistema educativo es unificador y desconoce las culturas existentes en países con tanta diversidad cultural (Astorima y Gutiérrez, 2024). No obstante, es determinante comprender la validez de la sabiduría andina, fortalecer estos saberes y las prácticas de crianza respetuosa y afectuosa en comunidad, así como reconocer la interdependencia entre la educación comunitaria e intercultural, porque ambas comparten el propósito de recuperar el respecto por la madre tierra y el placer de vivir compartiendo entre todos (Valladolid, 2017).

El reto consiste en construir políticas desde un enfoque participativo basado en la filosofía andina. Sin embargo, los discursos de transición que surgen en contextos locales pueden ver reducido su impacto en el cambio sistémico. Para contrarrestar esto, es esencial promover diálogos epistemológicos e interculturales que integren diversos discursos y saberes, con el fin de sumar esfuerzos y construir un mundo más justo y equitativo (Beling, 2019; De Oliveira, 2022; Lagunas-Vázques, 2023).

En gran medida, la creación de espacios para el intercambio de conocimientos y experiencias entre el Norte y el Sur, sin que ninguna de las partes predomine sobre la otra, es fundamental para mejorar el desarrollo ambiental y social. Además, la incorporación de perspectivas que ofrezcan una comprensión holística de los conflictos ambientales es un elemento crucial para lograr una transformación significativa hacia la sostenibilidad (Beling, 2019). También es importante destacar que esto depende de los docentes, así como el impulso del enfoque descolonizador de la educación, que implica reconocer y valorar diferentes epistemologías y promover una conexión profunda con la naturaleza (Iribarren et al., 2023; Valladolid, 2017).

Otra dificultad recurrente en el ámbito educativo proviene de que los temas ambientales han sido siempre relacionados con los cursos de ciencias naturales o ciencia, tecnología y ambiente, existiendo indiferencia por los docentes de los demás cursos (Aponte y Valdivia, 2015). Por lo que el reto de la educación ambiental está en asumirlo de manera interdisciplinaria en un contexto práctico y significativo, considerándolos como ejes transversales un eje transversal de la educación; así mismo, implementarlos en la educación superior (Aponte y Valdivia, 2015; Ramírez-Ramírez et al., 2023). Por otro lado, es indispensable que la educación ambiental cree una conciencia crítica sobre las crisis ambientales y un cambio en nuestras prácticas y valores, promoviendo un respeto profundo por la naturaleza y un compromiso con la justicia social y ambiental, cuestionando las estructuras sociales y económicas que contribuyen a la degradación ambiental (Sousa Santos, 2020).

CONCLUSIONES

Sin un cambio del pensamiento occidental predominante, las estrategias de educación y protección ambiental serán intentos seculares y superficiales, por lo que no será posible una relación armónica con la naturaleza. De este modo, es esencial reconocernos como parte del sistema natural y buscar el bienestar colectivo; es fundamental integrar la cosmovisión andina en la educación ambiental, basada en el respeto hacia la naturaleza, para enfrentar los desafíos ambientales actuales; del mismo modo, continuar expandiendo y aplicando la propuesta de incluir la pachamama en los programas educativos, a fin de retomar el vínculo olvidado con ella, fomentar valores y construir comunidades comprometidas con la protección del medio ambiente; siendo vital para ello la intervención del Estado y el compromiso de docentes críticos y reflexivos.

Más aún, debemos seguir el camino de quienes han integrado los derechos de la naturaleza en su normativa, sin que ello signifique la reducción de esfuerzos del Estado en proteger el ambiente frente a actividades extractivistas, como en la defensa de los guardianes de la naturaleza y espacios importantes para garantizar la regeneración de componentes vitales. El camino para abordar la crisis ambiental actual y la decadencia humana es largo; sin embargo, podemos encontrar un punto de partida en los saberes ancestrales andinos, sin rechazar los avances de la ciencia y la tecnología, sino buscando una sinergia que promueva el bien común.

 

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Contribución de los autores

ALLG: conceptualización, diseño y redacción del artículo. GHO: supervisión, revisión crítica del artículo y aprobación de la versión final.

Fuentes de financiamiento

La investigación fue realizada con recursos propios.

Conflictos de interés

Los autores declaran no tener conflictos de interés.

Correspondencia

Dirección: Ayacucho, Perú. Teléfino:

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